La teoría de la verdad como correspondencia es quizás la
teoría de la verdad más extendida. Según esta teoría, la verdad consiste en una
relación de adecuación o concordancia entre el entendimiento que conoce y lo real
conocido como realidad;
junto con la expresión de un lenguaje, lenguaje propio de la ciencia, que
expresa la verdad del conocimiento.
No obstante en la actualidad, la no aceptación de un
conocimiento metafísico de lo real, hace que esta teoría se considere referente a una
oración o expresión lingüística que es verdadera cuando lo que dice es el caso.
Ludwig Wittgenstein sostiene en su Tractatus logico-philosophicus que
el lenguaje -como serie de proposiciones lógicas- es una figura de la realidad.
Según la versión tomista de la adecuación, es el intelecto el
que debe adecuarse a la realidad: es decir, debemos pensar las cosas conforme a
lo que son.
Así, la proposición "llueve" será verdadera si,
efectivamente, llueve en el momento en que se profiere; la proposición
"Dios existe" será verdadera si Dios existe, etc.
Arte, verdad e interpretación. Se ve al arte como una relación
con la verdad. El proceso de formación de la obra artística es interpretativo
porque se establece un diálogo del artista tanto con la materia que ha de formar,
como con la forma que resultará. Por tanto, la interpretación está en la base de
toda actividad artística, tanto productiva como receptiva.
Este paralelismo permitirá hacer un análisis y una descripción
del proceso interpretativo, que después podrá
ser aplicado a otros ámbitos. "No debe extrañar la alusión a la estética, ya
que--en la experiencia artística- la estructura, del concepto de interpretación
se manifiesta con particular evidencia". Por tanto, el arte será el "campo
de pruebas" donde la hermenéutica de Pareyson adquirirá su precisión y validez
Así, en la "filosofía de la interpretación" de Pareyson, la
hermenéutica de la obra de arte se presenta muchas veces como ejemplo para ver cómo
podría ser la interpretación no sólo de un texto (jurídico," histórico o
filosófico), sino de todo el obrar humano y de las relaciones entre las
personas.
En efecto, el filósofo turinés se sirve del arte para verificar
el carácter profundamente originario de la interpretación, hasta el punto de
conferirle una validez generalísima y una fecunda aplicación a todos los campos,
aunque excluye de modo explícito en varias ocasiones el ámbito científico. Como
consecuencia, Pareyson hablará de "analogía con el arte" cuando se refiere
precisamente al conocimiento de la verdad; pero "analogía" no significa,
ni estética ni confusión.
Las diferencias que existen entre la interpretación de la
verdad y la de la obra de arte: La forma ya no es el centro de la interpretación,
sino que lo son más bien la verdad o el ser. Ahora bien, forma y verdad son dos
nombres distintos de una misma cosa. Fuente de interpretación inagotable, la forma
es a su vez un producto acabado; punto de partida de la interpretación, la forma
es el punto de llegada de la formación.
Sin embargo, es distinta la condición de la verdad: principio
puro, fuente primera, origen absoluto. Por tanto, será también distinto el acto
de interpretación: cuando éste se dirigía a la forma, trabajaba con algo finito
que contenía la huella y la presencia de lo infinito; pero cuando se dirige a
la verdad, la interpretación está en contacto con el mismo infinito".
"Que la verdad se da sólo dentro de la interpretación,
puede ser entendido de dos formas: la verdad reside en la interpretación como
estímulo y norma, sin reducirse a ésta (a la interpretación); o bien la verdad se
entrega totalmente a la interpretación, disolviéndose en el acto mismo de ésta.
En el primer caso, la interpretación tiene -en lo que se refiere
a la verdad- un deber de fidelidad. En el segundo caso, por el contrario,
cualquier solución parece justificada, al faltar toda norma y toda distinción entre
fidelidad y traición y entre el logro y el fracaso".
En el primer caso, las interpretaciones dignas de tal nombre
son pocas, y están rodeadas de una
multitud de teorías erróneas, falsas, insignificantes. En el segundo caso,
existen tantas interpretaciones como discursos, y todas las interpretaciones
son verdaderas.
Rosso indica la simultánea relación de la persona con la verdad,
sin que esto: Comprometa la trascendencia
de esta última respecto a cada persona. "Persona y forma, son los dos
polos de un evento que encuentra un acceso al ser y a la realidad, sólo por
medio de la interpretación" que se da en el arte y en cualquier actividad
humana.
Persona y forma son una vía de acceso al ser y a la verdad
que se encuentran en la realidad, y a los que se accede gracias a la
interpretación.
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